"Bonito día, gran noche"
Eso pensó Alicia al levantarse despues de su última noche de copas.
Desde los 15 años salía a esa clase de fiestas, bebía y terminaba en la cama de cualquiera que supiera besarle la oreja. Sí, era lo que más le ponía en el mundo, un pequeño mordisco en la oreja y esa criatura era de cualquiera. Ahora, con 25 no es que haya cambiado mucho, pero no se conforma con un mordisquito en la oreja, ahora pide uno en el labio inferior y una mano juguetona entre sus piernas. Disfrutaba, no quería más.
No acostumbraba a levantarse tarde, salía, pero cumplía con su horario. Era azafata de vuelo, y tenía una pequeña manía, ir a su lugar de trabajo una hora antes para ver a parejas despedirse, no creía en el amor, pero le gusta ver como las parejas se abrazan, como se aferran el uno al otro como si los brazos fueran a impedir el viaje, las miradas, las sonrisas... Pensaba que uno de los dos se llevaría el corazón del otro, unos lo guardarían por siempre, otros lo abandonarían al cabo del tiempo... Pero estaba segura, que el suyo siempre permanecería en su sitio.
Sonó el despertador, una pequeña rosa habia velado sus sueños junto a una nota que decía;
"Buenos días princesa,
ha sido una noche espectacular.
Te espero en el Madisson a las 8 en punto, no llegues tarde, tengo una sorpresa."
El corazón se le aceleró, abrazó su almohada, olía a él, como olvidarlo... Ahora solo pensaba en qué ponerse y en no llegar tarde.
Pero Alicia tiene miedo, sabe que su corazón corre peligro.